28 de marzo de 2011

 
     Programa "Temas de Frontera entre el Psicoanálisis y la Medicina"

La división del sujeto contra sí mismo.

 "….Parecería que el psicoanalista tan sólo para ayudar al sujeto debería estar a salvo de esa patología la cual no se inserta, como se ve, en nada menos que en una  ley de hierro"… (Lacan, J. Dirección de la Cura pag. 246).

Lacan en los años 58,  nos dice de la identificación al analista y más precisamente al Superyó del analista; deja sentado, que en la formación uno debe estar advertido de esta  “tentación” identificatoria.

Esta cita nos sirve para introducir algunas preguntas que vamos recortando en la investigación del Programa “Temas de Frontera entre el Psicoanálisis y la Medicina”
  
En el Malestar en la cultura, (1929-30) Freud articula al Superyó con la división del sujeto contra sí mismo. Esto se escucha en el discurso de un paciente: “¿Puede ser que uno se haga daño a sí mismo. Porqué, si yo sé lo que me pasa… no puedo hacer nada a favor de mi vida?”

Pregunta que insiste en nuestros consultorios y  en los de los médicos. 

Hoy,  causados por la temática propuesta por Marie-Hélène Brousse,   nos interrogamos ante hechos de discurso como los que se presentan en la clínica, donde escuchamos a sujetos que después de un cáncer se les hace un “click” en su vida, y comienzan a revalorizar lo que han postergado, o nunca “se permitieron” hacer.

¿Qué  es lo que entra en juego allí, en ese estrecho límite entre la vida y la muerte? Entendemos que es una vacilación del sujeto, que sólo puede ser escuchada y alojada por el analista, desde  otra dimensión, cuando el analista en su propio análisis y formación ha podido tramitar sus imperativos de goce; sólo así: “…me dio un aviso…”, “…esto es una señal ...”  “… debo tomar la vida desde otro ángulo…” devendrá en otra enunciación que trace una línea y un punto y haga  de tope a esa fuerza que como la define Lacan es del orden de un imperativo que manda y dice : Goza!.
  
S. Freud en el cap. VII del Malestar en la cultura, ya conceptualiza la génesis del Superyo. Dice que su origen es la agresión reenviada a su punto de partida, al propio yo.  Es la articulación del Superyo con la división del sujeto contra si-mismo y por lo tanto con la pulsión de muerte. Freud construye así esta instancia, la del Superyó no sólo como la que prohíbe y regula el goce sino que es fundamentalmente: pulsión de muerte.( Isabelle  Durand, Freudiana 48)

El impacto en el cuerpo, es lo que convoca a un espacio compartido, lúnula, con el  discurso médico.  Juntura que tanto al médico como al analista, muestra  la  insensatez  del cuerpo del parlêtre que  a mayor sacrificio y renuncia, más refuerza el Superyó.

Lejos entonces de ser una ley que regula, moraliza y distiende en el sentido de mitigar, aliviar, al contrario; atrae a sentir placer en las desgracias. De eso se toma el sujeto, regocijándose en el dolor.

La tesis de Lacan como dice Isabelle Durand, fue la división del sujeto contra sí mismo.

 Al respecto, recuerdo lo que  Eric Laurent respondió  a un periodista que le interrogaba sobre la especialidad del analista: el psicoanalista se especializa en la barra del sujeto, en aquello que  lo divide, sosteniendo la división como causa del propio sujeto, estar hoy a la altura de la época, es estar advertidos del canto de las sirenas de un Superyó que ha desplazado de su cenit al "a”.
  
Cuales son las respuestas que van en contra de ese sentido común de creer que el sujeto busca su bien? Este acontecimiento MHB  convoca a tener en cuenta en la formación del analista los principios del psicoanálisis, y que en lugar de dos caras, como la que se le atribuye al Superyó, a hay un camino claro de hacer barrera al goce a favor del deseo.

 
Marta Goldenberg
Lira Castro

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